lunes, 5 de marzo de 2018

SOBRE EL DISCURSO DEL ODIO


SOBRE EL DISCURSO DEL ODIO
Avanzaba el mes de septiembre de 2015 cuando tuve el honor de escuchar la Lección Inaugural del curso académico por parte del Profesor Carrillo Donaire que versaba sobre “el discurso del odio”. Fue entonces cuando comprendí la deliberada intención muchas veces de los mediados en provocar expresiones hirientes cuando tratan de exponer su visión parcializada del conflicto y su posicionamiento ante realidades sociales. El discurso del odio o hate speech suelen referirse a expresiones racistas, xenófobas, discriminatorias, machistas, homófobas, entre otras, pero también a expresiones que marcan el dolor y que de ser conscientes, impiden nuestra intervención como mediadores.

Nuestro trabajo no se cierne sobre el llamado discurso del odio, ya que los mediados tienden a ofensas individuales tales como difamar, calumniar e incluso injuriar y el discurso del odio intenta principalmente provocar una especie de "dolor lingüístico" a determinado colectivo en el que muchas veces se puede integrar la llamada “otra parte”. En todo caso en nuestra mano está evitarlo, traducirlo y en su momento atajarlo de raíz.

Pero me preocupa especialmente en el ámbito de la religión. La libertad de expresión “permite robustecer el debate, generar opinión pública e incentivar la pluralidad de ideas”. Sin embargo, el abuso de dicha libertad puede generar serios conflictos con otros derechos, y sobre todo lo que supone la capacidad de la palabra para hacer daño al otro

El ejercicio de derechos como la libertad religiosa y la poca o nula tolerancia a la diversidad de creencias ha generado históricamente choques entre los diferentes credos. En los países occidentales, la mayoría de ciudadanos se identifica con la religión católica y cristiana, mientras que en los países de medio oriente la mayoría de las personas profesan la religión musulmana. Esta situación ha provocado históricamente una enorme hostilidad entre ambos sectores religiosos. Sin embargo, en la actualidad dicha problemática se ha redimensionado, y se presenta de nuevas y sugestivas maneras. Y no solo eso, aparecen radicalismos de personas o colectivos que niegan la posibilidad de por ejemplo ceder espacios públicos para la practica de algún acto religioso, bajo la bandera de agnósticos y ateos

Ejemplos como los Versos satánicos de Salman Rushdie en 1988,  o lo reflejado en la película titulada La última tentación de Cristo y hasta en el caso de las caricaturas de Mahoma, han producido fracturas sociales, donde anida el fanatismo, el excepticismo y la ira.
No dejemos que nos colonice el odio porque si bien, una de nuestras características como mediadores es la de ser tolerantes, también es cierto que debemos erradicar de raíz cualquier expresión que en nuestra presencia podamos inducir que conduce al odio, que un buen día hizo que personas que estaban relacionadas hayan roto totalmente su comprensión al discurso del otro.

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